Eventualmente la melancolía vuelve a ser parte de mí, o mejor dicho, sale del abismo en el que se encontraba escondida para tomar las riendas de mi cordura. El pasado que creía olvidado de repente escapa a mi presente, se planta en mi ser y me llena de obsesiones inconclusas y sórdidas. Natalia, la escuela, el pasado. Todo eso volvió y sin embargo nada de ello existe. El tiempo solo es una maraña de memorias y recuerdos perdidos en la nada.
Ella desapareció, Natalia desapareció y lo más probable es que nunca la vuelva a ver. Este hecho es el que ha hecho de mi día una mierda. Puede que esté viva, puede que no. Por ahora no tengo la mas mínima manera de enterarme. En un sentido práctico, Natalia está muerta.
La mujer de la que creí estar enamorado mientras vivía una atroz y solitaria adolescencia la mató el tiempo y sus estragos. Ahora trato de revivirla y no puedo. Busco el anuario de ese año y no lo encuentro.
He estado como una hormiga buscando el anuario, buscando su correo, su número, buscándola a ella. Ha desaparecido irrevocablemente y en Octubre yo desapareceré de este país y de la vida de algunas personas. Me pregunto que fué de ella, me pregunto si me recuerda, me pregunto...
Me pregunto si el tiempo me hará lo mismo a mi, como lo hizo con ella. No es cosa de un tal vez, sino una cuenta regresiva. Lo único que puedo hacer es esperar a que el reloj de arena me consuma. No tengo problema con esto, pero dentro de este reloj de arena, dentro de mi prisión, poseo otros relojes, relojes que tengo que ver transcurrir, personas importantes que deberé olvidar.
El tiempo no es problema, pero lo que duele es el olvido.
"Puede que sea un buen tipo, pero en el fondo es incapaz de amar a nadie. Siempre hay alguna parte de él que está bien despierta y desconectada. Sufre un hambre voraz que no cede. Créeme, sé de lo que hablo."
Esta frase, esto me voló los fusibles. En sus libros siempre logro ver un poco de mí, ese trozo remoto que busco esconder y al final se escabulle y me golpea, causándome una contusión existencial que me genera episodios como el de hoy con Natalia.
Veo sus fotos y no es tan bella ni especial como la veía en esos días. Solía ser mejor esos días, más apasionado y con un rango emocional más amplio. Ahora? No tengo la menor idea. Pero extraño sentirme así, y por eso la extrañé hoy. Este escrito era necesario, tan necesario como el whisky robado en mi mano.
El desahogo es necesario.