Como las estirpes torpes que habitan (habitamos, me incluyo) el universo, debe haber un conjunto subjetivo que nos envuelva y arrastre a todos nosotros los enamorados. Un conjunto de palabras y gestos que no sea amor, pues esta palabra considero yo que está algo (muy) gastada. Que ese conjunto incluya las frases cursis, los momentos bajos y el dolor que habita en el corazón de los que aquesta sensación desconocida aqueja.
No es amor de lo que hablo, no me malentiendan. Es solo el conjunto de sensaciones que a menudo la gente confunde con amor, pero en realidad no lo son. Solo lo preceden.
Todas las sensaciones, caricias, el escuchar los latidos en el corazón de esa otra persona al estar recostados sobre un pastizal verde y rozagante, las palabras al oído y todo ese jazz aéreo y silencioso, no son más que un preludio para una gran sinfonía.
Eso que llaman amor, esa sensación mágica y mítica de la que todos hablan pero pocos conocen se puede ver solo en el silencio, en la oscuridad y en el dolor. El amor es, en realidad, el pasado.
Sí, el amor solo puede existir cuando todo lo demás acaba. El amor solo existe como recuerdo, cuando todas las sensaciones desaparecen y termina el preludio, empieza a sonar la sinfonía del recuerdo, se recuerda entonces a esa víctima del amor como gloriosa e intempestiva.
El amor nunca es, el amor solo puede haber sido.
Y así entonces comienza uno la vida con un primer amor, que bien puede ser como la primera canción que se le queda a uno pegada en la cabeza. Luego llega otra canción, y otra, y otra. El amor, como la música, nunca deja de suceder, siempre evoluciona, cambia, se transforma.
Entonces ama uno el recuerdo hasta que llega otra canción, el interludio, que trae de vuelta todas esas sensaciones agradables e inunda los sentidos y el corazón. Así entonces va uno desde el preludio, saltando de interludio en interludio, pueden ser pocos o muchos, hasta llegar al fin de los días, con una colección amplísima de recuerdos de amor.
Pero... y si se queda uno en uno de esos interludios y no se sale?
Pues la respuesta es simple, la sinfonía no es lineal. Salta al principio en un momento, o repasa los últimos compases antes de volver al medio otra vez, entonces si uno se llegase a quedar en alguno de esos interludios, no sería más que vivir el resto de la sinfonía en microcosmos. Lo que sucede, es que en el momento en que se encuentra uno en el interludio, no lo sabe. El que va escuchando la sinfonía no tiene manera de saber en qué parte está hasta que ya la ha pasado de largo.
Y mientras se detiene a rememorar, nueva música va inundando sus oídos desprevenidos.
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