sábado, 2 de junio de 2012

Transfusión

Me encuentro inmerso en la densidad del ambiente. Una bruma gaseosa e inflamable que suelo llamar vida social. Es esa densidad tóxica la que me provoca una náusea asquerosa.

Pudor y decadencia. Me pudo el pudor, pulula en el ambiente y causa los estragos del chisme y el dolor, siempre ha podido más la decadencia, la tristeza  y el mundo imaginario.

Me pregunto qué se encuentra mal con el mundo para que todos tengamos que imaginarnos uno mejor cada momento en el que no nos encontramos haciendo algo idiota. La vida es un anti-psicótico, el litio que causa un estupor agridulce en la fibra de la existencia misma.

Preocupados por nimiedades simplemente nos acercamos todos a nuestra muerte que no vale ni un centavo. Ni los centavos valen. Soy un hipócrita. Me preocupa el último chisme, noticia o lo que sea que me permita olvidarme del estupor que me genera una existencia vacía que no lo es. ¿o si?

No concuerdo con nadie. Nadie lo hace, son solo las ilusiones del entremés altivo que es la interacción. Sea cual sea, el tipo que llama a venderte un seguro que ni él mismo compraría. Oh patriarca de la estupidez y la ceguera. Que seamos todos ciegos, quiero escuchar y no ver, a ver si puedo dejar de engañar y engañarme.


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