Los trozos de realidad se superponen con los escenarios imaginarios que cada vez se vuelven más extraños y crueles. La oscuridad se apodera de mis facultades y mi cuerpo para torturarme y dejarme deshecho. No puedo hacer nada y todos mis esfuerzos son inútiles.
Sólo consigo una risa lánguida y vacía en el fondo de mi mente, riéndose lento y capcioso sobre mis desdichas y mi angustia existencial, mis errores, y mis múltiples defectos. La oscuridad se ríe, suave y en crescendo hasta que me toma por sorpresa y me consume.
Vivimos en jaulas y así mismo somos la jaula de alguien más. Voluntaria o involuntariamente estamos atados a alguien y ese alguien a nosotros. No se puede evitar porque es la voluntad de la vida misma el que una persona se vuelva lo suficientemente importante como para volverse una carga felizmente sufrible.
Así que me amarro a alguien para que nos repartamos la carga de nuestras existencias y sea más fácil el camino, así sea solo por el rato que dure. El dolor que la ironía causa no se desvanece, pero adquiere sutileza y se acalla un poco.
Booooooooonito
ResponderEliminar