domingo, 2 de febrero de 2014

Lo siento.

El egoísmo es no saber distinguir entre la lógica y el capricho, es no saber los límites de la emoción sincera y el desabrido descontento. La molestia no es excusa, el estrés no es excusa. No hay excusa ninguna para el egoísmo.

Fui egoísta.

Pensé en mi, y solo en mí, en que la fiesta no la disfrutara yo, en que la noche la disfrutara yo y el pastel lo disfrutara yo. No pensé en lo esencial, no pensé en ti. No pensé en ti Mariana.

Quiero que me perdones, quiero que sepas que esta persona no soy yo. Que por mucho que tenga en la cabeza, no es excusa para haber arruinado tu noche.

Era tuya y solo tuya, mi única labor era hacerla perfecta. No lo hice.
Al día siguiente fue peor, me mantuve seco e insensible, no te dí el amor que merecías, no los besos, no las caricias, no los abrazos.

Estuve seco como una piedra. No soy así, este no es el Gabriel que verás junto a ti durante toda tu vida. El Gabriel que verás no dudará nunca en bañar tu rostro de besos, de acariciar tu espalda hasta que duermas plácidamente, en abrazarte y sacarte el aire un poco. Nunca dudará en querer sacarte sonrisas del rostro, de que rías a carcajadas y que te enorgullezcas de tu ser.

Mariana, te prometo que ese es el hombre que siempre tendrás de ahora en adelante.

Te lo juro.

Nunca jamás verás de nuevo rastro de egoísmo en mí. Me desvivo por ti Mariana, me desvivo y me muero por ti. Por esa sonrisa que me mató desde el primer día. Esas curvitas en tu labio superior cuando sonríes con todos los dientes. Esos respiros pausados y casi ahogados que tomas cuando ríes a carcajadas y que me derriten las entrañas de puro amor.

Siempre, ahora y siempre, seré el hombre que solo intentará sacar lo bueno de ti. Para que brilles en la oscuridad y seas la luz de mis noches.

Te amo Mariana.
(Y siempre, siempre, siempre lo haré.)

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