miércoles, 24 de julio de 2013

Muerda aquí.

Todos los días ironía, ironía construida por mi maldita cabeza simple. Después hecha trizas por la realidad que mi conciencia abstrae. El dolor de la existencia que me consume segundo por segundo cada vez que despierto cada mañana a cumplir con los deberes de mierda que implica el día a día. 

Los trozos de realidad se superponen con los escenarios imaginarios que cada vez se vuelven más extraños y crueles. La oscuridad se apodera de mis facultades y mi cuerpo para torturarme y dejarme deshecho. No puedo hacer nada y todos mis esfuerzos son inútiles.

Sólo consigo una risa lánguida y vacía en el fondo de mi mente, riéndose lento y capcioso sobre mis desdichas y mi angustia existencial, mis errores, y mis múltiples defectos. La oscuridad se ríe, suave y en crescendo hasta que me toma por sorpresa y me consume.

Vivimos en jaulas y así mismo somos la jaula de alguien más. Voluntaria o involuntariamente estamos atados a alguien y ese alguien a nosotros. No se puede evitar porque es la voluntad de la vida misma el que una persona se vuelva lo suficientemente importante como para volverse una carga felizmente sufrible.

Así que me amarro a alguien para que nos repartamos la carga de nuestras existencias y sea más fácil el camino, así sea solo por el rato que dure. El dolor que la ironía causa no se desvanece, pero adquiere sutileza y se acalla un poco. 


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