Los siento.
Cada noche antes de dormir los siento andar por mi ventana, a veces la tocan levemente, para que piense que son un bicho, o un mugre cayendo de los árboles, o el viento incluso. Pero no, yo sé que son ellos haciéndome jugarretas.
Lo sé porque mi papá me contó sobre ellos. Una vez que iba un tanto borracho bajando desde la circunvalar por el parque nacional. Eran las tres y pico de la mañana y no había nadie. Ni siquiera los jíbaros ni los ladrones.
Sintió algo que lo empujó. Un empujoncito suave, leve, pero dado su estado de equilibrio se fue rodando cuesta abajo hasta dar con uno de los árboles. Fue entonces cuando se encontró un viejito sentado, tenía una pequeña fogata a sus pies, tan pequeña que ni siquiera estaba seguro si daba algo de calor, pero iluminaba su rostro. Era arrugado, sucio y barbado, pero no tenía aspecto de indigente.
Mi padre se asustó un poco, pero entonces escuchó:
-Venga, yo le regalo un poquito, pero no le diga a nadie, venga mijo.
Y sin poder controlarse, lo invadió una terrible sed. Se acercó al viejo, se sentó a su lado y este sacó una copita de cerámica y un botellón de vidrio. A lo lejos se escuchaban los autos pasar por la séptima.
El anciano vertió un líquido color plateado transparente en la copa, emitía un brillo azulado, lunar, tenue.
-Mijo, no le de miedo. Ya lo verá, hágale pues, no se haga de rogar.
En ese momento, la sed cobró energía y ardor, el estómago le dolía, la garganta le escocía. Se llevó la copita a los labios y, al entrar en contacto con la primera gota, dos gotas, un sorbo, entonces los vio. Eran brillantes, oscuros, pálidos, o grandes como elefantes, pequeños como un gato, alargados, geométricos o informes, de miles de colores, y estaban en todos lados. En las ramas, escurriéndose como serpientes por el suelo, volando y escabulléndose entre las copas de los árboles del parque.
Conforme avanzaba con su copita, el viejo le decía cosas en un idioma que no entendía, no sabía si por ser de otro país, o por estar muy borracho. El licor entraba frío, fresco, aromático, y sin embargo las cosas a su alrededor no cobraban sentido, sino que lo iban perdiendo poco a poco. Las luces de aquellas cosas eran cada vez más brillantes, el suelo era cada vez menos sólido, y sin embargo tenía total claridad.
Al beberse el último sorbo, mi padre entonces cerró los ojos.
Al volverlos a abrir estaba en una silla del parque, eran las 6 am y los vendedores de jugo de naranja recién habían abierto sus puestos. Se acercó a uno de los vendedores más ancianos y le preguntó sobre aquel anciano raro.
-Eso que usté bebió fue Alajón, pero ese viejo está muerto. Le daría guascas pa que se le quite rápido y no lo vayan a fregar esta noche, pero se me acabaron. Vaya y tómese un ajiaco, hasta dos, y échele harto limón. No vuelva a hablar de ese viejo por acá, que lo peor que puede haber en este parque no son los ladrones. Ojo pues.
Eso es lo único que me contó mi padre sobre ese día. Pero tengo la ligera sospecha de que mi padre no hizo caso, no se tomó esos ajiacos, porque en las noches vienen a visitarme. Brillantes, pálidos, geométricos, informes. Me invitan a que les abra la ventana, como un muchacho tirando piedritas a la ventana de su amada, pero siempre les he tenido miedo.
Un día la señora del aseo dejó abierta la ventana de mi cuarto, y cuando cayó la noche los escuché llegar. El único que alcanzó a entrar antes de darme cuenta de la ventana fue una gota. Se pegó al techo y esperó. Yo, inmóvil en mi cama, me le quedé mirando. Brillaba azulada, aguamarina, y mi habitación se inundó de un olor a sal.
Mi teléfono sonó, desvié la mirada y la gota cayó en mi cabeza, rodó hasta mi frente y se quedó ahí.
Luego la puerta se abrió.
Las palmas de las manos se me calentaron levemente, los gatos empezaron a maullar y a correr por toda la casa, entonces me asusté, cerré los ojos y la ví a ella. Era más bajita que yo, de cabello castaño, senos grandes, piel clara y muchas pecas.
-Ya nos enredaron... - Me dijo.
Al abrir los ojos mis tres gatos estaban en mi cama, con las patas delanteras contra la ventana, mirando hacia afuera, concentrados. Me quedé mirándolos hasta que decidieron recostarse y dormir junto a mí al salir el sol.
Me dije que olvidaría esa noche, porque he olvidado todas las cosas raras que me pasaban de pequeño y que mi madre recuerda.
Y sí, eventualmente lo olvidé... hasta que conocí a Rebeca.
El significado de la nada
Charla
miércoles, 18 de abril de 2018
martes, 17 de abril de 2018
何この感情。。。O, ¿qué putas estoy sintiendo?
Exámenes para la universidad. He vuelto al 2014 excepto que esta vez estoy más solo que nunca.
Es un estanque, uno verde y lleno de musgo asqueroso.
Escucho las mismas canciones, recuerdo a las mismas dos mujeres. Todo igual, nada cambia excepto que todo es diferente. Ninguna de ellas está ya conmigo, han seguido adelante y probablemente son felices. Me alegro por ellas.
Pero, lo que no sé es el origen de esta puta melancolía horrenda que siento. Es un vacío, un hueco, un abismo, un agujero negro, una tristeza y un añoro por el pasado que ya nunca volverá.
Extraño conciliar a D con sus problemas de exnovios, diciéndole que todo estará bien y que hay mejores tipos mientras en el fondo de mi corazón me aguantaba las ganas; lo único que quería era besarla y decirle que se olvidara de ese bobo hijueputa.
Extraño ir por unos cuantos helados a la esquina para hacerle una malteada a Ana aquella mañana de sábado porque le había dado la hora del berrinche, después o antes de la ciclovía.
Extraño hacerle macarrones a Marianne y jugar con sus gatos y que ella jugara con los míos y ser tan asquerosa y putrefactamente felices que me dan ganas de vomitar ahora de solamente recordar lo bien que estaban las cosas, de lo bien que actuaba.
Extraño hacerle el amor a Aya después de una noche de alcohol, de verla venirse una y otra y otra vez más hasta caer exhausta, y luego a la mañana siguiente despertarla con un beso, para luego pensar en el almuerzo, y terminar siempre haciendo chile con carne porque le encantaba.
Extraño a esas mujeres que fueron mi vida entera, que importaron más que la escuela, que los libros, que mis padres; que me hicieron hacer cosas que nunca haría. Extraño tener una vida entera, morirme de amor por alguien y tener una razón de ser. Por más exámenes de universidad que haga, por más libros que lea y por más matemáticas que estudie no logro hallar una sola razón para seguir viviendo.
Con eso no quiero decir que quiero morirme. Peor aún, estoy desesperado por morirme de amor por alguien. Por sentir que daría o haría lo que fuera por esa persona, y ahora que sé más cosas, tal vez podría amarla mejor, recibirla mejor, entenderla mejor, lidiarla mejor, sea quien sea.
Tengo esa estúpida idea de que ahora sí estoy preparado para amar a alguien, para darle mi todo... Pero no tengo las agallas para ir a buscarla todavía.
El mismo problema de siempre, el sentirme insuficiente, que algo, ese poquito, sí, un poquito más antes de...
Lo único que puede sacarme de este abismo es el amor de una mujer hermosa, la más hermosa que jamás he de conocer. Y que me parta un rayo si no, pero creo que la siguiente mujer de la que me enamore será mi esposa y la madre de mis hijos...
Tal vez la mera idea de que se requiere una razón para seguir viviendo esté errada. Es un paradigma que he venido dando por sentado hasta el momento, pero de lo que sí estoy seguro es de que tengo un montón de pasión acumulada que está buscando por donde romper, desgarrar, irrigar y desparramarse para dejarme muerto, tirado por ahí, sangrando felicidad.
Soy una bomba de tiempo.
Primero vino la mujer de rojo, luego la mujer verde, después la naranja.
La siguiente será fuego y me volará la cabeza en mil pedazos.
Estoy listo, pero debo dejar el miedo a quedar mal.
Es un estanque, uno verde y lleno de musgo asqueroso.
Escucho las mismas canciones, recuerdo a las mismas dos mujeres. Todo igual, nada cambia excepto que todo es diferente. Ninguna de ellas está ya conmigo, han seguido adelante y probablemente son felices. Me alegro por ellas.
Pero, lo que no sé es el origen de esta puta melancolía horrenda que siento. Es un vacío, un hueco, un abismo, un agujero negro, una tristeza y un añoro por el pasado que ya nunca volverá.
Extraño conciliar a D con sus problemas de exnovios, diciéndole que todo estará bien y que hay mejores tipos mientras en el fondo de mi corazón me aguantaba las ganas; lo único que quería era besarla y decirle que se olvidara de ese bobo hijueputa.
Extraño ir por unos cuantos helados a la esquina para hacerle una malteada a Ana aquella mañana de sábado porque le había dado la hora del berrinche, después o antes de la ciclovía.
Extraño hacerle macarrones a Marianne y jugar con sus gatos y que ella jugara con los míos y ser tan asquerosa y putrefactamente felices que me dan ganas de vomitar ahora de solamente recordar lo bien que estaban las cosas, de lo bien que actuaba.
Extraño hacerle el amor a Aya después de una noche de alcohol, de verla venirse una y otra y otra vez más hasta caer exhausta, y luego a la mañana siguiente despertarla con un beso, para luego pensar en el almuerzo, y terminar siempre haciendo chile con carne porque le encantaba.
Extraño a esas mujeres que fueron mi vida entera, que importaron más que la escuela, que los libros, que mis padres; que me hicieron hacer cosas que nunca haría. Extraño tener una vida entera, morirme de amor por alguien y tener una razón de ser. Por más exámenes de universidad que haga, por más libros que lea y por más matemáticas que estudie no logro hallar una sola razón para seguir viviendo.
Con eso no quiero decir que quiero morirme. Peor aún, estoy desesperado por morirme de amor por alguien. Por sentir que daría o haría lo que fuera por esa persona, y ahora que sé más cosas, tal vez podría amarla mejor, recibirla mejor, entenderla mejor, lidiarla mejor, sea quien sea.
Tengo esa estúpida idea de que ahora sí estoy preparado para amar a alguien, para darle mi todo... Pero no tengo las agallas para ir a buscarla todavía.
El mismo problema de siempre, el sentirme insuficiente, que algo, ese poquito, sí, un poquito más antes de...
Lo único que puede sacarme de este abismo es el amor de una mujer hermosa, la más hermosa que jamás he de conocer. Y que me parta un rayo si no, pero creo que la siguiente mujer de la que me enamore será mi esposa y la madre de mis hijos...
Tal vez la mera idea de que se requiere una razón para seguir viviendo esté errada. Es un paradigma que he venido dando por sentado hasta el momento, pero de lo que sí estoy seguro es de que tengo un montón de pasión acumulada que está buscando por donde romper, desgarrar, irrigar y desparramarse para dejarme muerto, tirado por ahí, sangrando felicidad.
Soy una bomba de tiempo.
Primero vino la mujer de rojo, luego la mujer verde, después la naranja.
La siguiente será fuego y me volará la cabeza en mil pedazos.
Estoy listo, pero debo dejar el miedo a quedar mal.
miércoles, 11 de abril de 2018
Ese truco de recordar...
El humo de su cigarro se iba suavemente con el viento. Daniel sentía como el calor del tabaco inundaba sus pulmones con cada calada. Con cada respiro recordaba aún más, siempre un poco más, de su vida y sus aventuras de joven. De todas las mujeres que pasaron por su vida, de las que se enamoró y las que se enamoraron, las que murieron o desaparecieron con el tiempo, las fugaces, las bellas, las no tan bellas, las obsesivas. Las recordó a todas y a ninguna en particular.
El blanco de su mente divagando se fijó en Lucía. Lucía lo era absolutamente todo y nada en particular. Sus tetas eran no muy grandes ni muy pequeñas, tenía un lunar bajo el pezón izquierdo que a Daniel le parecía curioso, y que besaba y lamía con amor cada vez que la desvestía, a ratos encendiendo su motor, a ratos matándola a cosquillas y matando todo prospecto de sexo candente por los siguientes 30 minutos, minutos los cuales Lucía procedía a usar para decirle a Daniel que lo mataría a la próxima que le hiciera cosquillas; las detestaba. Daniel la amó, y amaba ese lunar.
Cansado pero sin sueño, fue por un vaso de whisky a la cocina. Su amor por el alcohol nunca se fue, por más que sus hijos lo acosaran con que no le hacía bien y lo único que hacía era empeorar su condición, pensar en sus mujeres le daba una sed, una sed que le partía el alma y la garganta, una sed que buscaba ser engañada mas no saciada. A sus 65 años las rodillas le dolían, bajar esas escaleras hasta la cocina por ese puto vaso de licor color almendra era realmente un acto de masoquismo.
Era un Nikka, un whisky japonés que, así como el casi extinto Yamazaki, comenzó siendo un barato whisky nacional por el que nadie pagaría más de 400 yenes/vaso, un whisky para estudiantes vaciados con aires de poeta, hasta que comenzaron a adornarlo y a hacer menos, a hacerlo escasear. El litro en 20 años pasaría de costar unos meros 1000 yenes (algo así como 30 mil pesos), a costar más de 8000. El sabor, claro está, siguió siendo igual. Esto hacía que Daniel se riera de los jovencitos que se reían de otros jovencitos con menos dinero que ordenaban John's en las rocas o un Goran en soda. "Algún día lo sabrán, pero no de mí", pensó Daniel mientras al fin lograba aterrizar su culo en ese sillón de cuero grandote que parecía recibirlo como una amante de más de 2 meses y menos de 4, de esas que suelen decir desde la cama a las 3AM "No te levantes, no hace falta, no te vayas nunca" y así.
Había conocido a Lucía a los 25, recién se había graduado de su maestría, hacía dos días. Era un viernes y estar en cualquier otro estado distinto a "ebrio" o en camino era sacrílego en este país, y pues Daniel ya iba en el segundo Pokerón. Llevaba charlando con sus amigos en uno de esos bares cutres cerca a la Nacho cuando vio a una chica de cabello corto, bajita, tratando de alzar a uno de sus amigos que había bebido demasiado, y arrastrarlo hasta un Uber que esperaba a la salida en la avenida. Al ver que el tipo le llevaba una cabeza, y probablemente unos 20 kilos de ventaja, se aproximó y le ayudó a levantar al tipo, llevarlo hasta el carro y despacharlo.
La chica le dio las gracias y comenzaron a charlar. Lamentablemente Daniel andaba algo ebrio y no recordó mucho de aquella conversación al día siguiente, solo podía recordar sus labios delgados moviéndose, diciendo que era estudiante de literatura de Los Andes, que García Márquez estaba sobrevalorado (loca) y que al que acababan de subir al Uber era su novio después de haber confesado haber sido infiel en una fiesta hacía pocos días.
A la mañana siguiente, con un guayabo espantoso, como una piedra en el zapato, mas no en el zapato sino en el cerebelo, el peor de su vida (como cualquier resaca, claro), agarró su celular, abrió whatsapp y vio un mensaje de un número desconocido:
Lucía Sánchez
- 316-74*******: Gracias por ayudarme anoche,
ese man estaba todo ebrio y qué mamera...
- Yo: Perdón, anoche estaba algo jodido y pues
no me acuerdo de mucho. Terminó todo bien con
tu novio?
*Agregar contacto*
- Lucía labios bonitos novio Uber: Sí, de maravilla.
Obviamente ese desgraciado ya no es mi novio,
pero bue...
*Editar contacto*
-Lucía labios bonitos exnovio Uber: Te acuerdas
que me hablaste de una muestra de cine japonés
en cine tonalá?
-Yo: Espero haberte prometido ir (francamente
no me acuerdo), porque va a estar re buena.
3pm, va?
-Lucía labios bonitos exnovio Uber: Me parece
el colmo que no te acuerdes (carita feliz), dale.
Y así fue como Daniel tuvo su primera cita con la mujer, con el corazón y la lengua más hermosos que jamás tocaría. Mientras se llevaba su Nikka a los labios, mojando y dejándolos adormecerse, recordaba ese primer beso en aquel sofá negro de la sala de su casa de entonces, su brazo rodeándola, las dos felinas bestias peludas, Tesla y Buda, en su regazo. Habían quedado de ver una película de acción, porque según ella John Wick era lo mejor después de la aguapanela enlatada, que nada mejor para el guayabo que ver a un tipo matando muchos tipos (y sí, le terminó encantando).
El brassiere y la ropa interior de lucía combinaban esa noche, de un color negro azabache, y se veían divinos (le había preguntado a 3 amigas), sin embargo Daniel no se enteró. Esa noche no tiraron.
Como cualquier mujer dolida por una traición masculina, necesitaba tiempo para dejar de sentirse mal por desear a otro hombre sin haber pasado por el "período de duelo obligatorio" estatal para quedar libre de toda sensación de culpa o riesgo de volverse afiliada de la Asociación Internacional de Canes Femeninas, organismo del que se dudaba su existencia y sin embargo era el terror de las mujeres alrededor del mundo.
Pasadas dos semanas hicieron el amor.
Daniel ya la amaba, y ella dudaba de su cariño. Pailas.
A pesar de que era físicamente hermosa (o a razón de ello, quién sabe) los hombres que habían pasado por su vida no habían sido precisamente los mejores. Uno de ellos mintió sobre tener un condón puesto, casi la embaraza y además no quería pagarle la prueba de embarazo, otro le agarró el culo a su mejor amiga, ebrio, en frente de ella diciendo que era "jugando", dos de ellos mantuvieron infidelidades por varios meses, de las que sus amigos sabían y nunca le contaron... en fin.
Por esas épocas Daniel andaba saliendo con una mujer mayor, de unos 33, que andaba bastante encarretada con él, y aunque le gustaba, pues las charlas embriagadas a las 2am eran entretenidas, había algo que faltaba, algo irremplazable y rotundamente importante que simplemente no estaba. Solé hablaba de filosofía en cuatro idiomas, tenía buen culo y hasta la chupaba de maravilla... pero no hubo manera de enamorarse de ella.
Sin embargo Daniel siguió saliendo con las dos mujeres sin tener en cuenta que aunque nunca prometió fidelidad a ninguna, las dos en su infinita feminidad, la asumieron. Ese pequeño detalle no vendría a patearle el culo sino hasta mucho después, después de haber olvidado.
Daniel y Solé dejaron de verse 3 meses después de que comenzara a verse con Lucía.
Lucía visitó a su prima Solé para ablandarle el desamor el sábado siguiente.
Lucía abrazó a su prima, le dijo que todos los hombres eran unos perros hijueputas (todos primis, todos, no llores, ya, mira que traje un vinito), y a continuación destapó una botella de vino que había comprado a 19 mil devaluados pesos en el D1. La consoló toda la noche, la escuchó llorar y llorar mientras preguntaba a gritos ahogados qué haría con esa edad, con esos 33 años en los que cada estría, cada arruguita por más pequeña que fuese pesaba en el alma de una mujer acostumbrada a matar de locura a cuanto hombre se le cruzaba, no solo por ser grande en los sitios adecuados y tener piel de bebé, sino por su sagacidad incisiva, sus chistes sobre palomas y su amor al licor barato los sábados en la noche.
Todo iba bien (o al menos, así de bien como puede ir una sesión de apoyo mujer a mujer a las 2 AM un sábado lluvioso) hasta que Solé le mostró las conversaciones de whatsapp. Daniel, dios bendiga sus buenas intenciones, trató de ser lo más suave posible al tratar de desprenderse de Solé... Pero a sus ojos, no había sido más que despiadado, cobarde. No se hacen fogatas sin tirar abajo algunos árboles.
- Negrito: Mira, ya te lo dije de la mejor manera
que pude. Es que no lo siento. Eres maravillosa,
hermosísima, de verdad que sí. Pero... nada. Lo
que te dije ayer en la tarde cuando pasamos por
el PanPaYa de la 53... Pues nada. Tú sabes que
no soy bueno con las palabras.
- Yo: No me hagas esto Dani, yo te quise, yo te
quiero, yo te amo. Tú hablaste de querer hijos,
yo los recibiría, no entiendo qué hice mal, de
verdad que no, no entiendo. Dime qué tengo
que hacer... (Visto a las 16:33)
A Lucía se le abrió un vacío hondo en el pecho, se le anudó la garganta, de esos nudos enredados hasta la madre, como cable de audífonos en el bolsillo de un borracho. Podría haber sido que Daniel le hubiese roto el corazón a su querida y díscola prima Solé, o que haya sido un insensible al comunicarse por whatsapp como siempre, o imaginarlo desnudándola, mordiendo su cuello y lamiendo tras sus orejas como lo había hecho con ella la mismísima noche anterior.
Pero no, lo que le molestó fue que ella hubiese llegado primero, que lo hubiese conocido y tenido y amado primero, que no hubiese sido ella la primera en haber encontrado a ese hombre que, aunque algo pendejo en cuanto a mujeres se trataba, no era malo, no realmente.
Pero ya no hubo vuelta atrás, y todo se les fue a la mierda después de eso...
El blanco de su mente divagando se fijó en Lucía. Lucía lo era absolutamente todo y nada en particular. Sus tetas eran no muy grandes ni muy pequeñas, tenía un lunar bajo el pezón izquierdo que a Daniel le parecía curioso, y que besaba y lamía con amor cada vez que la desvestía, a ratos encendiendo su motor, a ratos matándola a cosquillas y matando todo prospecto de sexo candente por los siguientes 30 minutos, minutos los cuales Lucía procedía a usar para decirle a Daniel que lo mataría a la próxima que le hiciera cosquillas; las detestaba. Daniel la amó, y amaba ese lunar.
Cansado pero sin sueño, fue por un vaso de whisky a la cocina. Su amor por el alcohol nunca se fue, por más que sus hijos lo acosaran con que no le hacía bien y lo único que hacía era empeorar su condición, pensar en sus mujeres le daba una sed, una sed que le partía el alma y la garganta, una sed que buscaba ser engañada mas no saciada. A sus 65 años las rodillas le dolían, bajar esas escaleras hasta la cocina por ese puto vaso de licor color almendra era realmente un acto de masoquismo.
Era un Nikka, un whisky japonés que, así como el casi extinto Yamazaki, comenzó siendo un barato whisky nacional por el que nadie pagaría más de 400 yenes/vaso, un whisky para estudiantes vaciados con aires de poeta, hasta que comenzaron a adornarlo y a hacer menos, a hacerlo escasear. El litro en 20 años pasaría de costar unos meros 1000 yenes (algo así como 30 mil pesos), a costar más de 8000. El sabor, claro está, siguió siendo igual. Esto hacía que Daniel se riera de los jovencitos que se reían de otros jovencitos con menos dinero que ordenaban John's en las rocas o un Goran en soda. "Algún día lo sabrán, pero no de mí", pensó Daniel mientras al fin lograba aterrizar su culo en ese sillón de cuero grandote que parecía recibirlo como una amante de más de 2 meses y menos de 4, de esas que suelen decir desde la cama a las 3AM "No te levantes, no hace falta, no te vayas nunca" y así.
Había conocido a Lucía a los 25, recién se había graduado de su maestría, hacía dos días. Era un viernes y estar en cualquier otro estado distinto a "ebrio" o en camino era sacrílego en este país, y pues Daniel ya iba en el segundo Pokerón. Llevaba charlando con sus amigos en uno de esos bares cutres cerca a la Nacho cuando vio a una chica de cabello corto, bajita, tratando de alzar a uno de sus amigos que había bebido demasiado, y arrastrarlo hasta un Uber que esperaba a la salida en la avenida. Al ver que el tipo le llevaba una cabeza, y probablemente unos 20 kilos de ventaja, se aproximó y le ayudó a levantar al tipo, llevarlo hasta el carro y despacharlo.
La chica le dio las gracias y comenzaron a charlar. Lamentablemente Daniel andaba algo ebrio y no recordó mucho de aquella conversación al día siguiente, solo podía recordar sus labios delgados moviéndose, diciendo que era estudiante de literatura de Los Andes, que García Márquez estaba sobrevalorado (loca) y que al que acababan de subir al Uber era su novio después de haber confesado haber sido infiel en una fiesta hacía pocos días.
A la mañana siguiente, con un guayabo espantoso, como una piedra en el zapato, mas no en el zapato sino en el cerebelo, el peor de su vida (como cualquier resaca, claro), agarró su celular, abrió whatsapp y vio un mensaje de un número desconocido:
Lucía Sánchez
- 316-74*******: Gracias por ayudarme anoche,
ese man estaba todo ebrio y qué mamera...
- Yo: Perdón, anoche estaba algo jodido y pues
no me acuerdo de mucho. Terminó todo bien con
tu novio?
*Agregar contacto*
- Lucía labios bonitos novio Uber: Sí, de maravilla.
Obviamente ese desgraciado ya no es mi novio,
pero bue...
*Editar contacto*
-Lucía labios bonitos exnovio Uber: Te acuerdas
que me hablaste de una muestra de cine japonés
en cine tonalá?
-Yo: Espero haberte prometido ir (francamente
no me acuerdo), porque va a estar re buena.
3pm, va?
-Lucía labios bonitos exnovio Uber: Me parece
el colmo que no te acuerdes (carita feliz), dale.
Y así fue como Daniel tuvo su primera cita con la mujer, con el corazón y la lengua más hermosos que jamás tocaría. Mientras se llevaba su Nikka a los labios, mojando y dejándolos adormecerse, recordaba ese primer beso en aquel sofá negro de la sala de su casa de entonces, su brazo rodeándola, las dos felinas bestias peludas, Tesla y Buda, en su regazo. Habían quedado de ver una película de acción, porque según ella John Wick era lo mejor después de la aguapanela enlatada, que nada mejor para el guayabo que ver a un tipo matando muchos tipos (y sí, le terminó encantando).
El brassiere y la ropa interior de lucía combinaban esa noche, de un color negro azabache, y se veían divinos (le había preguntado a 3 amigas), sin embargo Daniel no se enteró. Esa noche no tiraron.
Como cualquier mujer dolida por una traición masculina, necesitaba tiempo para dejar de sentirse mal por desear a otro hombre sin haber pasado por el "período de duelo obligatorio" estatal para quedar libre de toda sensación de culpa o riesgo de volverse afiliada de la Asociación Internacional de Canes Femeninas, organismo del que se dudaba su existencia y sin embargo era el terror de las mujeres alrededor del mundo.
Pasadas dos semanas hicieron el amor.
Daniel ya la amaba, y ella dudaba de su cariño. Pailas.
A pesar de que era físicamente hermosa (o a razón de ello, quién sabe) los hombres que habían pasado por su vida no habían sido precisamente los mejores. Uno de ellos mintió sobre tener un condón puesto, casi la embaraza y además no quería pagarle la prueba de embarazo, otro le agarró el culo a su mejor amiga, ebrio, en frente de ella diciendo que era "jugando", dos de ellos mantuvieron infidelidades por varios meses, de las que sus amigos sabían y nunca le contaron... en fin.
Por esas épocas Daniel andaba saliendo con una mujer mayor, de unos 33, que andaba bastante encarretada con él, y aunque le gustaba, pues las charlas embriagadas a las 2am eran entretenidas, había algo que faltaba, algo irremplazable y rotundamente importante que simplemente no estaba. Solé hablaba de filosofía en cuatro idiomas, tenía buen culo y hasta la chupaba de maravilla... pero no hubo manera de enamorarse de ella.
Sin embargo Daniel siguió saliendo con las dos mujeres sin tener en cuenta que aunque nunca prometió fidelidad a ninguna, las dos en su infinita feminidad, la asumieron. Ese pequeño detalle no vendría a patearle el culo sino hasta mucho después, después de haber olvidado.
Daniel y Solé dejaron de verse 3 meses después de que comenzara a verse con Lucía.
Lucía visitó a su prima Solé para ablandarle el desamor el sábado siguiente.
Lucía abrazó a su prima, le dijo que todos los hombres eran unos perros hijueputas (todos primis, todos, no llores, ya, mira que traje un vinito), y a continuación destapó una botella de vino que había comprado a 19 mil devaluados pesos en el D1. La consoló toda la noche, la escuchó llorar y llorar mientras preguntaba a gritos ahogados qué haría con esa edad, con esos 33 años en los que cada estría, cada arruguita por más pequeña que fuese pesaba en el alma de una mujer acostumbrada a matar de locura a cuanto hombre se le cruzaba, no solo por ser grande en los sitios adecuados y tener piel de bebé, sino por su sagacidad incisiva, sus chistes sobre palomas y su amor al licor barato los sábados en la noche.
Todo iba bien (o al menos, así de bien como puede ir una sesión de apoyo mujer a mujer a las 2 AM un sábado lluvioso) hasta que Solé le mostró las conversaciones de whatsapp. Daniel, dios bendiga sus buenas intenciones, trató de ser lo más suave posible al tratar de desprenderse de Solé... Pero a sus ojos, no había sido más que despiadado, cobarde. No se hacen fogatas sin tirar abajo algunos árboles.
- Negrito: Mira, ya te lo dije de la mejor manera
que pude. Es que no lo siento. Eres maravillosa,
hermosísima, de verdad que sí. Pero... nada. Lo
que te dije ayer en la tarde cuando pasamos por
el PanPaYa de la 53... Pues nada. Tú sabes que
no soy bueno con las palabras.
- Yo: No me hagas esto Dani, yo te quise, yo te
quiero, yo te amo. Tú hablaste de querer hijos,
yo los recibiría, no entiendo qué hice mal, de
verdad que no, no entiendo. Dime qué tengo
que hacer... (Visto a las 16:33)
A Lucía se le abrió un vacío hondo en el pecho, se le anudó la garganta, de esos nudos enredados hasta la madre, como cable de audífonos en el bolsillo de un borracho. Podría haber sido que Daniel le hubiese roto el corazón a su querida y díscola prima Solé, o que haya sido un insensible al comunicarse por whatsapp como siempre, o imaginarlo desnudándola, mordiendo su cuello y lamiendo tras sus orejas como lo había hecho con ella la mismísima noche anterior.
Pero no, lo que le molestó fue que ella hubiese llegado primero, que lo hubiese conocido y tenido y amado primero, que no hubiese sido ella la primera en haber encontrado a ese hombre que, aunque algo pendejo en cuanto a mujeres se trataba, no era malo, no realmente.
Pero ya no hubo vuelta atrás, y todo se les fue a la mierda después de eso...
domingo, 17 de enero de 2016
Eran tiempos mas simples
Son las 12:45 de la mañana del 18 de Enero del 2016. Kyoto-Japón.
Me encuentro algo ebrio. El whisky funciona, afortunadamente.
Me encuentro recordando aquellos días en que conocí a Serna y a Canela. Ellos y Julián tenían entre sí su propio drama. Yo mientras tanto me había demorado mucho cursando el décimo grado y quedé en el mismo curso que ellos. No podría haber sido de otra manera.
Por esos tiempos yo todavía andaba de novio con Danniela y todavía pensaba que estaba enamorado de ella. Por esos tiempos era un poco más flaco y estúpido.
Con Danniela eramos nada más novios de colegio. Sus padres eran estrictos y no la dejaban salir.
Yo siempre buscaba la oportunidad de verla fuera, solo para tener unos instantes más de libertad a solas, libertad que tanto ansiaba.
Sucedió entonces el concierto de The Mills en Unicentro. Eso hace ya casi tres años. Danniela iba a ir, y yo quería verla. Pero al fin y al cabo no se pudo, porque estaba con sus padres y además no me respondía al celular.
Serna me había dado su número porque me había invitado a su cumpleaños pero no había podido ir. Lo llamé y los invité a él y a Canela.
Finalmente mi padre nos llevó en el campero blanco que tenía, la verdad no había hablado mucho nunca con Serna y Canela, pero pues, se dieron las cosas y terminamos hablando mucho y viendo un concierto de mierda en un centro comercial de mierda. La pasamos bien.
Aquel sitio lleno de gomelos y nosotros tres sentados en el piso como si nada. Danniela y lo problemático que era estar con ella por fin fuera de mi mente.
No me pude ver con ella esa noche. Al final terminó no importando. Mi padre nos recogió de Unicentro y terminamos cantando punk ñero a todo volumen todos los cuatro. Fui invitado a quedarme donde Canela esa noche y asi lo hice.
No había fumado marihuana desde estereopicnic con Mejía, pero fue una de las noches mas felices de mi vida. Los tres muy turros y borrachos escuchando Fito y Fitipaldis, tomando fotos y escribiendo estupideces en una libreta.
Aquél fue el comienzo de nuestra amistad.
Y aunque ahora ya ha pasado el tiempo y cada uno ha seguido un camino distinto, los amo a los dos con todo mi corazón.
Me encuentro algo ebrio. El whisky funciona, afortunadamente.
Me encuentro recordando aquellos días en que conocí a Serna y a Canela. Ellos y Julián tenían entre sí su propio drama. Yo mientras tanto me había demorado mucho cursando el décimo grado y quedé en el mismo curso que ellos. No podría haber sido de otra manera.
Por esos tiempos yo todavía andaba de novio con Danniela y todavía pensaba que estaba enamorado de ella. Por esos tiempos era un poco más flaco y estúpido.
Con Danniela eramos nada más novios de colegio. Sus padres eran estrictos y no la dejaban salir.
Yo siempre buscaba la oportunidad de verla fuera, solo para tener unos instantes más de libertad a solas, libertad que tanto ansiaba.
Sucedió entonces el concierto de The Mills en Unicentro. Eso hace ya casi tres años. Danniela iba a ir, y yo quería verla. Pero al fin y al cabo no se pudo, porque estaba con sus padres y además no me respondía al celular.
Serna me había dado su número porque me había invitado a su cumpleaños pero no había podido ir. Lo llamé y los invité a él y a Canela.
Finalmente mi padre nos llevó en el campero blanco que tenía, la verdad no había hablado mucho nunca con Serna y Canela, pero pues, se dieron las cosas y terminamos hablando mucho y viendo un concierto de mierda en un centro comercial de mierda. La pasamos bien.
Aquel sitio lleno de gomelos y nosotros tres sentados en el piso como si nada. Danniela y lo problemático que era estar con ella por fin fuera de mi mente.
No me pude ver con ella esa noche. Al final terminó no importando. Mi padre nos recogió de Unicentro y terminamos cantando punk ñero a todo volumen todos los cuatro. Fui invitado a quedarme donde Canela esa noche y asi lo hice.
No había fumado marihuana desde estereopicnic con Mejía, pero fue una de las noches mas felices de mi vida. Los tres muy turros y borrachos escuchando Fito y Fitipaldis, tomando fotos y escribiendo estupideces en una libreta.
Aquél fue el comienzo de nuestra amistad.
Y aunque ahora ya ha pasado el tiempo y cada uno ha seguido un camino distinto, los amo a los dos con todo mi corazón.
lunes, 11 de enero de 2016
Círculos. (Toma número dos)
"Todo gira, a mi alrededor. Me orbitan planetas... como al Sol."
Hoy Mejía publicó una de sus canciones en facebook. Esta canción ocasionó en mi uno de esos impulsos que todavía no tienen nombre y por eso escribiré lo que escribiré. (Aquí está si la quieren escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=yMLQ8TyrXBk). Esto fue lo que dijo respecto a ella:
"A una semana de volver a Boston quiero compartir una canción que habla sobre como todo vuelve a comenzar. Esta canción nace del hecho de haber dejado Colombia en el último año y con ella mi familia y amigos. Sin embargo cada quien puede darle el significado que sienta que tiene. "
(Aparece en el video con gafas redondas oscuras y una barba a lo Hemingway. Se ve muy bacano, para ser honestos. Escucharlo me recordó bastante a Radiohead con una mezcla de Zoé, fue una sensación agradable.)
Órbitas, planetas, círculos. En primer lugar, el concepto de una existencia circular nunca ha abandonado mi cabeza. Cuando me he olvidado de este ya viejo preocupar, encuentra una manera de volver a mí. Borges con sus ruinas, Café Tacuba con su "todo vuelve a su forma circular", Fito Páez con sus giros, ahora Mejía como al Sol.
Siento que siempre he tenido esta sensación de ciclicidad (no sé si esta palabra existía, ahora existe). Dudo si sea cierto, últimamente dudo de la existencia de muchas cosas. Todo se ve extremadamente subjetivo. Es como tener 12 años otra vez.
Esta sensación de ciclicidad se hizo tres mil veces mas fuerte después de tomar yagé. No creo que jamás me vuelva a abandonar, así se vaya de viaje por unos cuantos meses o años.
Son las grandísimas sensaciones de coincidencia cósmica. Mi pasión por el espacio, esta canción, Murakami y sus laberintos y satélites. Todo encaja de una manera trascendental que no logro todavía entender.
Tanto en la física como en el amor y la vida, todo son ciclos, espirales, círculos. Por ello pienso que con quien haya que volver a encontrarme me encontraré, y a los que se perdieron, seguirán perdidos en los confines del universo.
Vivir pensando así es parecido al vacío en el estómago que todos sentimos al mirar al cielo y ver las estrellas, el cielo negro, tal vez una luna llena.
Siento como si hubiera un destino del que no se puede escapar, una misión que desconozco y que sin embargo debo llevar a cabo antes de morir, una soledad tremenda.
Estoy a miles de kilómetros de cualquier persona que he conocido en los últimos 19 años. Esto aparece en mi mente repetidas veces.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel día en el autobús rumbo a la escuela. Aquél en el que no sabía como hacer amigos. Iba en la ruta del colegio con mi madre y le dije que esto me preocupaba.
Desde aquello han pasado catorce o quince años, y todavía me siento aquel niño perdido que no sabe nunca qué hacer o que decir, mas sin embargo ahora vivo por mi cuenta, sé usar un cuchillo, cocinar, hacer el amor a una mujer, hay un tatuaje en mi piel. Sin embargo en cada cumpleaños todo se siente igual. Todo vuelve al inicio, o al menos, es esa la ilusión de la vida humana.
Eso pienso yo.
Tanto en la física como en el amor y la vida, todo son ciclos, espirales, círculos. Por ello pienso que con quien haya que volver a encontrarme me encontraré, y a los que se perdieron, seguirán perdidos en los confines del universo.
Vivir pensando así es parecido al vacío en el estómago que todos sentimos al mirar al cielo y ver las estrellas, el cielo negro, tal vez una luna llena.
Siento como si hubiera un destino del que no se puede escapar, una misión que desconozco y que sin embargo debo llevar a cabo antes de morir, una soledad tremenda.
Estoy a miles de kilómetros de cualquier persona que he conocido en los últimos 19 años. Esto aparece en mi mente repetidas veces.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel día en el autobús rumbo a la escuela. Aquél en el que no sabía como hacer amigos. Iba en la ruta del colegio con mi madre y le dije que esto me preocupaba.
Desde aquello han pasado catorce o quince años, y todavía me siento aquel niño perdido que no sabe nunca qué hacer o que decir, mas sin embargo ahora vivo por mi cuenta, sé usar un cuchillo, cocinar, hacer el amor a una mujer, hay un tatuaje en mi piel. Sin embargo en cada cumpleaños todo se siente igual. Todo vuelve al inicio, o al menos, es esa la ilusión de la vida humana.
Eso pienso yo.
"Y todo vuelve a comenzar..."
jueves, 31 de diciembre de 2015
New year. New sorrows.
I arrived home at 6:30 in the morning. Suddenly its January 1st, 2016. This is the year i will spend most of in Japan. Also the year i turn the big 20 and my first birthday without my family. I'm growing up and i don't like it a single bit.
Jin is a virgin guy with insecurities. Tobias is afraid to feel because he's too swedish for his own good. Tom is a mad alcoholic because he doesn't know any better. I love them all, their hearts are pure, but these hiccups in their lives are making them unable to see the good stuff.
Tonight a Chilean girl and i talked about literature and Garcia Marquez and Murakami, and she passed my smart test. Being able to feel the difference between these two author's work. She was smart and said interesting things. Also, she was a really beautiful blonde. (At least that's what i thought in that dark ass bar.) But no flame. No spark. I felt nothing for her.
Not like the flame i felt with Julia.
Why am I talking about her still? She has a boyfriend. She obviously doesn't wan't me. I have one- itis, that's for sure.
I feel so fucking alone. No woman has filled this void, no drug and no book. Nothing has. Mostly i just numb the pain away through willpower only, but today is the beginning of a new year and it just brings up stuff again.
I thought Julia may be able to fill up this void, but then i thought the same about Mariana back when i loved her. I still repent that. She probably was the one and only and i have casted her away, never to return to her arms. Her ever loving arms.
Why?
To chase my selfish goals of course. At that time i wanted to be single and free and to not have to worry about family or girl trouble.
Right now i kinda miss those troubles. It made me feel that somehow among all that mess, i still cared a little about everything.
At the moment i listen to The Kooks. I haven't listened to them that much since i was 15 or 16.
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Right now is the morning after. Getting ready for work. No hangover, no headache, just a mind a little tired and under-slept. I think this is the turning point for me. Last night i was gonna break in tears. 2015's last 4 days were at the same time the best, and the worst.
I learnt that i have good people close to me, that mi friends are indeed good people. But i also learnt that kissing a girl doesn't mean she's likely to return your calls. That a girl whom with you thought you had good chemistry doesn't return almost any messages the days following.
And that even though there can be girls who fill up my "requirement card" so to speak, (Having read Murakami and having the ability to talk about it with feel) that doesn't mean that's gonna spark a flame in me.
Which is why it makes the Julia thing hurt so much. I don't feel this way for anyone. All of these emotions unwinding all of a sudden? I am not prepared for that. I am really not.
I am very neutral emotionally speaking. But finding a girl that moves me like that crashes my system and makes me listen to music i thought i had left behind. Take "The Kooks" as an example.
Sappy, romantic-ish, british, indie rock-pop kind of thing.
Then it all spirals from that.
What i want to get to here is that, now i am laser focused on improving myself. Improving my game and my life in order to be ready for when the next woman that sweeps my feet like Julia comes by.
She won't know what hit her.
martes, 29 de diciembre de 2015
The girl with bread in her purse.
There was a girl. With a purse. Which had bread in it. I kissed her and it went to shreds. That's it.
The end.
The end.
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