Se tiene por certeza que el arquetipo del héroe es el de un ser solitario con un impermeable sentido de la justicia y un sistema de valores infalible al que acude en las situaciones del gris moral mas profundo. Debo decir que este no es un arquetipo del todo, sino una construcción imaginaria del ideal de la sociedad, pues aquel sistema de valores funcionan dentro de un universo imaginario con elementos muy específicos en los que el héroe se desenvuelve de manera efectiva, pero que en realidad solo muestran la realidad que el que quiere ser sorprendido desea ver.
El arquetipo dicta que el catalizador del comportamiento heroico generalmente es una injusticia o pasado abrupto que despierta en el sujeto una sed de justicia insaciable hasta la obsesión. Quiero decir, que para ser héroe es necesaria una compulsión dedicada a este objetivo. Hay un problema, y es que para que esa catarsis se de, es necesaria una construcción primaria de un sistema de valores que haga que el pre-héroe se de cuenta que lo que le sucedió o está sucediendo es una injusticia o esta mal.
Pero el hombre aprende de ejemplos, y si el ejemplo del héroe es uno violento y moralmente incorrecto (refiriendo a la moral concebida bajo las mayorías) no hay manera para que se de esa construcción primaria de los valores. Los héroes son utópicos.
La sociedad puede estar acostumbrándose al modelo de héroe el cual es un vigilante que toma la ley en sus manos y se dedica con fervor a combatir las injusticias porque el sistema actual para combatir esos problemas es inefectivo a sus ojos. En primer lugar la relativización del concepto de lo correcto y lo legal hace que debamos pensar que el sistema de valores que ha creado o por el que se rige este héroe es el correcto y lo legal, estatal o socialmente, no es una solución que deba ser considerada. En segundo lugar, no hay una garantía de que el sistema de valores bajo el que el héroe actúa no pueda ser corrompido o ensuciado por factores externos, siendo que este héroe teórico va a estar en contacto constante con lo que combate.
Hay que hacerse una pregunta, esta es, si de verdad el héroe tiene construido un sistema de valores, código de honor o cualquier otro método de administración y control moral. ¿Como podemos saber si el héroe no tiene ningún código de honor, si no que hace las cosas de manera empírica?
Si esto fuese así, si lo que guiase a nuestro héroe fuere su consciencia, el poder que le daría el estar por fuera del margen turbaría su conciencia de una manera exageradamente rápida y muy pronto podría convertirse en lo que tanto rechazó.
El héroe vigilante necesariamente tendría que desentenderse del control social y estatal, lo que posiblemente pondría a toda su persona en un área gris de la moral, haciendo un verdadero milagro que este tenga la capacidad de discernir entre el bien y el mal y luego elegir el curso de acción mas efectivo y aunque lograse una voluntad de hierro, se condicionaría a una "fórmula" de justicia que terminaría quedando vieja e inútil.
La tendencia que podrían tener lo héroes da lugar a otro aspecto del heroísmo. Este es que lo héroes son de un solo uso. Las circunstancias que generan la aparición de un héroe son específicas. Primero, el héroe lo es cuando se le reconoce como tal, eso es, que una mayoría considerable tiene que enterarse de su acto y luego proceder a considerarlo heroico. En segundo lugar, el acto necesariamente tiene que ser heroico. Para que esto suceda el sujeto tiene que estar condicionado de tal manera que la situación problemática en la que se desenvuelve genere la reacción heroica deseada. Las condiciones son muy específicas, variadas en cuanto a escenarios y sujetos, y sin embargo específicas. Finalmente, que por lo resaltado anteriormente, no se puede estar seguro de que surja otro escenario igual, ni de que el héroe siga siendo el mismo y pensando igual que cuando tuvo éxito la primera vez.
En resumen, es necesario decir que los héroes que existen en nuestra realidad son parciales, no están completos, dado que el conjunto de características necesarias para generar uno son muy difíciles, si no imposibles, de lograr, y la construcción del héroe se queda en el mundo de las utopías.
miércoles, 25 de julio de 2012
viernes, 13 de julio de 2012
Soledad sus cuatro paredes
En el remanso de la quietud de mi hogar, deposito mi atención devota mente a una realidad que no me pertenece. A un espacio/tiempo tan ajeno a mi propiedad como la sombra al viento, vacilo entre las notas enredadas de un cuaderno, las canciones olvidadas, sueños no cumplidos y un sin fin de poemas jamás pensados.
Es placentero. Mientras leo cadenas de texto vagas y confusas a mi parecer, y fumo de la pipa de la incertidumbre, me hundo más y mas en el abismo de mi sentencia desalmada. Cadenas al rastre sonoro de una sinfonía llena de dolor y llanto, que solo el hábil del pesar es capaz de discernir entre el diario vivir.
Mi muerte es una sentencia oblicua en el descenso de la libertad, pues solo es una amenaza de un futuro que no llega sino cuando es mas inoportuno, el presente... se vuelve inoportuno. Vueltas de texto y cadenas perpetuas de ideas al azar que no tienen sentido aparente ni intrínseco.
Mis palabras, discurso desesperado. Un discurso ya nada apasionado, con todo que perder, débil como un anciano sobreviviente de mil combates que ya ni recuerda haber peleado. Un discurso débil como el de un sabio que no ha sabido decir la verdad. Palabras llenas de miedo y ni una pizca de alma.
En este momento el humo llena mis pulmones y los abandona, y deja a su paso un estupor blando y perfecto, mientras mi consciencia da vueltas, gira sin parar. Dando a luz en un parto doloroso y sangrante a palabras que pierden su vocación de existencia.
No son amargura, son la infinita expresión de mi absurda estupidez. O al menos eso me gusta pensar, conformarme con eso quizá.
Es placentero. Mientras leo cadenas de texto vagas y confusas a mi parecer, y fumo de la pipa de la incertidumbre, me hundo más y mas en el abismo de mi sentencia desalmada. Cadenas al rastre sonoro de una sinfonía llena de dolor y llanto, que solo el hábil del pesar es capaz de discernir entre el diario vivir.
Mi muerte es una sentencia oblicua en el descenso de la libertad, pues solo es una amenaza de un futuro que no llega sino cuando es mas inoportuno, el presente... se vuelve inoportuno. Vueltas de texto y cadenas perpetuas de ideas al azar que no tienen sentido aparente ni intrínseco.
Mis palabras, discurso desesperado. Un discurso ya nada apasionado, con todo que perder, débil como un anciano sobreviviente de mil combates que ya ni recuerda haber peleado. Un discurso débil como el de un sabio que no ha sabido decir la verdad. Palabras llenas de miedo y ni una pizca de alma.
En este momento el humo llena mis pulmones y los abandona, y deja a su paso un estupor blando y perfecto, mientras mi consciencia da vueltas, gira sin parar. Dando a luz en un parto doloroso y sangrante a palabras que pierden su vocación de existencia.
No son amargura, son la infinita expresión de mi absurda estupidez. O al menos eso me gusta pensar, conformarme con eso quizá.
Pesa
Pesa. Pesa ya el mugre sobre mis ojos, mi cabeza y mi rostro. Esperando inmóvil, esperando lo desconocido como si de un acto circense se tratase. No sé si estoy solo, aunque es muy probable, pues estoy ya ciego y no veo a mi alrededor.
Ah, la ceguera que tengo no está en mis ojos, es un método de mi mente para creer que todo es mejor. Pero no podría quedarme ciegosordomudo, no lo toleraría, es más, mi único argumento en defensa de mi ceguera es el zorro del principito. Si alguien sabe de que frase hablo, así no me lo comunique, me sentiré feliz.
Aqui sentado hasta el final, esperando que la vida suceda, enciendo un cigarrillo. El humo negro y tóxico inunda mis pulmones y sucede que pienso. Más de lo que es cómodo para un ser mortal como yo y de mis características. Soy mas viejo de lo que parezco, pero no tanto como me siento. Me siento el rey de la nada y una sensación de orgullo infundado me invade y me complace.
Como si fuese posible que el as de la moral lo tuviese yo bajo mi manga. Entonces llegan a mi ideas de hipocresía y nihilismo, la primera como fuente de todo mal y la segunda como comportamiento extrínseco de todo lo que vive.
Sí, me creo superior, pero también sé que esa idea es infundada. Ese doble estándar me enfurece de gran manera. No lo tolero, y la unica forma de lidiarlo es ignorándolo, pero se que puedo cada vez menos, y pesa, cada vez mas.
Ah, la ceguera que tengo no está en mis ojos, es un método de mi mente para creer que todo es mejor. Pero no podría quedarme ciegosordomudo, no lo toleraría, es más, mi único argumento en defensa de mi ceguera es el zorro del principito. Si alguien sabe de que frase hablo, así no me lo comunique, me sentiré feliz.
Aqui sentado hasta el final, esperando que la vida suceda, enciendo un cigarrillo. El humo negro y tóxico inunda mis pulmones y sucede que pienso. Más de lo que es cómodo para un ser mortal como yo y de mis características. Soy mas viejo de lo que parezco, pero no tanto como me siento. Me siento el rey de la nada y una sensación de orgullo infundado me invade y me complace.
Como si fuese posible que el as de la moral lo tuviese yo bajo mi manga. Entonces llegan a mi ideas de hipocresía y nihilismo, la primera como fuente de todo mal y la segunda como comportamiento extrínseco de todo lo que vive.
Sí, me creo superior, pero también sé que esa idea es infundada. Ese doble estándar me enfurece de gran manera. No lo tolero, y la unica forma de lidiarlo es ignorándolo, pero se que puedo cada vez menos, y pesa, cada vez mas.
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