Lo difícil no llega a ser la decisión tomada, lo difícil llega a ser el saber que esa decisión se debió haber tomado antes. No dejarse llevar por la rutina y lo conocido, y ser fuerte en el camino. Esa sutileza de coraje me había hecho falta. La única apología que tengo al respecto es no haberme dado cuenta más temprano de que la decisión era la correcta.
Repetidas veces he hablado sobre arrepentirse de los errores del pasado y luego imaginar el qué pudo haber sido, pero ahora pienso en que menos mal actué en pos de mi felicidad y ya. Quien sabe, a lo mejor a través de mi felicidad se logre también la de otra persona.
Ya no me ando preguntando si mis decisiones son correctas, esa etapa la dejé hace mucho. Tengo la sensación de que voy por buen camino y que lo que venga será bueno. Moving forward.
Hay cambio, hay un cambio fuerte.
No le temo al futuro, no le temo a lo que venga. Quiero ser feliz y ahora, por primera vez en mucho tiempo, veo un horizonte en el que eso puede llegar a ser. No es este entonces uno de esos lúgubres escritos donde relato sobre lo efímero del placer y el remordimiento ancestral y ambiguo.
Esa es otra etapa que yace ya quemada en la tumba. Va a amanecer, literal y figuradamente. Pero no todavía, faltan cuatro horas y mucho tiempo todavía. Sin embargo la certeza está, amanecerá.
Las sombras se irán, todo se verá claro y prístino. La noche caerá, si, pero no sin antes haber hecho el mapa de lo existente.
Y si cae la noche quedaría entonces el remanso lumínico de la luna llena y expectante, que ilumina a los amantes en su morada a través de la ventana. La luna lo ve todo, lo escucha todo. Por eso hay que escuchar a la luna, que mueve las olas y los vientos. La luna ha visto mil amantes, y verá miles más, por eso hay de mirarla directo a los ojos y preguntar por qué, luego veremos reflejado nuestro rostro en la ventana y el vapor de las narices y la respuesta llegará.
Con ese vapor del alma pegado al cristal de la ventana, dejamos algo de nosotros a la luna y ella algo a nosotros. Nos llega nuestro reflejo empañado, minutos después, la respuesta.
No es textual. Es solo un salto que el corazón se da para tomar impulso. La luna lo hala y la tierra lo devuelve. Ya somos parte entonces de la luna y la tierra en un solo cuerpo. Así comienza, así comienza todo. Volvióse uno entonces ese caballero andante que le canta a la luna con un vaso de birra espumosa en una mano, y una doncella en sus ojos.
La poesía y la noche son las mejores armas de la pasión. La pasión, la mejor arma del corazón.
Y todo junto, todo mezclado y conjugado en una oración universal, se vuelve entonces todo lo que el ser es, fué, y finalmente, será.
Todo sucede mientras la luna vé.
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