Hay ruido, mucho ruido en las calles de esta esfinge ciudad. Hay bullicio, rumba, música, gritos, alegría. Es lo que percibo. Dos borrachos teniendo un buen rato de compadres, gritando a la noche palabras deslizadas. Todo en derredor no parece tan negro, tan oscuro y ruín. Hoy veo detalles que me hubieran sumido en una rabia intolerable, ahora es el vaivén de un presente calmo.
Oigo el ruido y el barullo de un monstruo que no duerme, pero que descansa. Oigo el sipi-sape lejano de personas que pueden estar pasando un buen rato. El hoy es lo que cambia, es hoy en que no me siento celoso de su plausible felicidad. Es hoy en que siento tremenda empatía con el mundo. Es en este momento, y estos preciosos instantes, en que el brillo queda.
Hay inercia en el brillo, hay inercia en su no moverse, en su no ceder. Nada es bello hasta que simplemente lo es. Es aún más confuso ver el otro lado del contraste, ver lo blanco en vez de lo negro. Estoy anonadado, solo puedo esperar y ver, que matices van surgiendo.
Here goes nothing my friend, here goes nothing.
Muy bueno, me gusta bastante. Tenemos una promesa by the way
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