lunes, 18 de febrero de 2013

Labios

Cerezas rojas silvestres,
a diezmilésimas de recoger,
que el contemplar de su vaivén,
de sosiego me llena.

Alcanzando más no tocando,
aquél bello y dulce fruto.
Queriendo acallar el viento,
que tus palabras inunden mi boca.

Que se muevan a danza y jolgorio,
juntas las olas que destruyen valles,
paralizan de corazón a los hombres,
y seducen la esencia de las rocas.

Y queriendo moverme en el filo de tu aliento,
hago maromas y equilibrismos y todo cuanto pueda.
Ahora no he de caer, estando tan cerca,
tan mucho mas cerca, de esa cereza escurridiza.

Rojo profundo,
rojo apasionado, rojo sensual.
Provocando pecado, evocando vida,
aquella mezquina y deliciosa femme fatale.

La realidad trastabilla, cae,
se hunde y revuelca en el absurdo.
Trastabillan mis palabras,
en el mar de las tuyas.

Espiral andando, licuando toda sensatez.
Déjate caer, atraparte en mi gusto.
Sabor e arte.
Triza a bocado a terrón a cuscurro a esquirla y fracción.



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